sé que en estos momentos no tengo que escribir, pero no sé hacer otra cosa. vuelvo a atravesar con la mano los arbustos que dan al vecino, sin respuesta. una botella al mar, la destapo y es sólo arena y vacío. soy un profesor sin alumnos, un aula muerta.
qué estará pensando ella. un escalofrío se escurre por la camisa cansada.
recuerdo el nombre de una amiga. nada más.
todo está como sumergido en una extraña calma. tu vida, la mía. hasta la noche está tranquila.
cómo será este hambre en otra circunstancia, piensa él.
cómo será este amor en medio de la guerra. nada habla, nada vibra. reluciente y estático.
la chica del dolor dulce se escurre despacio, apagada.
él se mira en el reflejo del vidrio. no hay ternura ni vanidad, se ve como está: plano.
sólo dos dimensiones. menos que la foto que nunca le sacaste, piensa él.
la sensación de tristeza cristalizada explota desde adentro.
necesito hablar, piensa él, y rosario empieza a deslizarse bajo sus pies.
(escucha una conversación al pasar y sabe que era para él.
quiero tu mundo...)
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