domingo, 26 de diciembre de 2010

ir guardando los adornos

en otro continente la gente huye despavorida de la ola gigante de mierda que se les avalanza. un tsunami gigante de desperdicios y podredumbre. pero ella no llama y yo no llamo y se vuelve un juego idiota pero si se volvió algo enfermizo es porque algo simplemente ya no está. la ola alcanza los cien metros de altura y se bambolea amenazante sobre la ciudad. sólo hay silencio y miradas sin voces. miles de personas aterrorizadas mientras tus ojos calmos, inquietantemente calmos hablan boludeces. por qué no abrir el alma, aceptar la ola de mierda. aunque allá abajo siguen bailando y yo no, y qué importa si ella piensa o no piensa en mí. ya pasó el 24. hay que ir desarmando el arbolito. guardar todos los adornos con los que decoré esta habitación adentro mío.

todo por no saber los horarios de este lugar. cinco minutos tarde para entrar al boliche, cinco minutos tarde para tomarme un whisky en la barra del hotel antes de ir a dormir. son cinco y no son nada y mi mente está cinco minutos tarde, pensando y repensando pero ahora solamente comprando estrés. miro la mesa de luz en mi frustro de 25 a las 5.05am sin fiesta ni charla y encuentro un benedetti con ganas de contarme sus despistes y sus franquezas. y eso era todo lo que yo necesitaba escuchar, despistes y franquezas. risas y vergüenzas y realidad.
y allá abajo la gente con gorros de navidad y champán en vasos de plástico, pero qué importa si es real. sus poses de maniquíes lookeados, ese es el juego que compramos cuando pagamos la entrada. y la muni me dejó afuera del boliche, del juego, de los gorros de navidad y vestidos cortos, por cinco minutos. tal vez esos cinco minutos fueron mi glamorosa voluntad inconsciente. no sé. benedetti me sonríe entre páginas de textos cortos y poesías que no gustan tanto en la habitación circular que da al paraná. escucho apenas el chapoteo opacado por grupo play a todo volumen. las sábanas de hotel me aconsejan con un estilo inglés un poco frio, pero qué importa, todo mimo es bienvenido.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

saco, zapatos y ropa de cama

un relámpago me atraviesa los recuerdos y así empieza el alud. una mirada inocente y no necesito más que eso para activar el super 8 acá adentro, en medio de la graduación. están a 5 años luz de distancia, pero los veo nítidos nítidos. ella con su grupo de amigas mientras le baila a él. le regala una cumbia apenas sexy pero con eso es suficiente. él se acerca y le habla. se encantan, van a quedar en nada y en todo. qué linda inocencia que van a manosear juntos.

cambio de plano y dos piernas increíbles atraviesan el encuadre. está lejos pero así empieza su juego. un halo sensual de cigarrillo mientras apenas mira los ojos del otro. se enfoca en su traje un poco desaliñado, en un barman, y las cartas ya están repartidas. se prestan sonrisas cortas que empiezan a cargar el ambiente. se siente el gusto a ozono -a lluvia- y a placer postergado. no se besan ni una vez y sin embargo la física y la química se solidificaron en su cartera. veo que me miran y suelto la cámara que cae y empiezo a escuchar el ruido a teclas.
qué lindo soundtrack de cumbia y los 90's que serán mi adolescencia.
me voy a dormir con sábanas nuevas.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sobre el arte (y la educación)

"An aesthetic experiencie is one in which your senses are operating at their peak. when you are present at the current moment, when you are resonating with the excitement of this thing you are experiencing: when you are fully alive."

Una experiencia estética es aquella en que tus sentidos están operando al máximo. cuando estás presente en ESE momento, cuando estás en resonancia con la emoción de eso que estás experimentando: cuando estás completamente vivo. (N.d.T: sí, yo lo escucho así en mayúsculas)

Cortesía de un profesor muy inspirador, un videito bastante interesante (y se puso político esto nomás.)

martes, 14 de diciembre de 2010

aunque sea en blanco y negro

sé que en estos momentos no tengo que escribir, pero no sé hacer otra cosa. vuelvo a atravesar con la mano los arbustos que dan al vecino, sin respuesta. una botella al mar, la destapo y es sólo arena y vacío. soy un profesor sin alumnos, un aula muerta.

el ventilador gira sin mover el aire, que está estático, seco. la carta de ella guardada de nuevo en el sobre rosa y mi nombre en su caligrafía un poco infantil. tres carillas, piensa él.
qué estará pensando ella. un escalofrío se escurre por la camisa cansada.
recuerdo el nombre de una amiga. nada más.
todo está como sumergido en una extraña calma. tu vida, la mía. hasta la noche está tranquila.
cómo será este hambre en otra circunstancia, piensa él.
cómo será este amor en medio de la guerra. nada habla, nada vibra. reluciente y estático.
la chica del dolor dulce se escurre despacio, apagada.
él se mira en el reflejo del vidrio. no hay ternura ni vanidad, se ve como está: plano.
sólo dos dimensiones. menos que la foto que nunca le sacaste, piensa él.
la sensación de tristeza cristalizada explota desde adentro.
necesito hablar, piensa él, y rosario empieza a deslizarse bajo sus pies.

(escucha una conversación al pasar y sabe que era para él.
quiero tu mundo...)

por si te quedaban dudas.

me hice un toco de arroz que no voy a comer.

algún día voy a aprender a usar el ojo mágico.

nos vamos a volver a encontrar.

jueves, 9 de diciembre de 2010

nos pusimos semanticones

tiene sentido escribir cuándo no hay nada para decir?

lunes, 6 de diciembre de 2010

De nuevo por acá dijo ella sonriendo cuando entré.
Claro, respondí.
Detrás de unos lentes sus ojos proyectaban mi película en blanco y negro, versión cliché. El helado con gusto a kiosko no mejoró las cosas. Ella estaba ahí, atrás del mostrador. Los panfletos con fotos de playas paradisíacas no sabían hablar nuestro idioma. Yo estaba ahí de nuevo, y su sonrisa era más que placentera. Podía quedarme ahí toda la noche mirandolá. Sin decir una palabra. Ni con tanto jazz podría haber sido así.
De pronto entendí. Dejé de escuchar el discurso turístico, los ofrecimientos de paquetes extra.
La conversación dio un giro brusco. Hablé sin escucharla ni mirarla una sola vez. Sentía su piel tensarse un poco. Esto era para mí.

De nuevo por acá le dije sonriendo mientras ella entraba.

domingo, 5 de diciembre de 2010

cotas urbanas superiores

me gusta el hola al chofer.
pero un cómo andás ya es abuso.