la ruta se abre frente a nosotros, atraviesa unos lentes de sol y un blues con gusto a jagger me emborracha. hay cansancio acumulado pero las risas inundan el auto y se escapan por las ventanillas. cada uno está latiendo. incluso cuando nos damos cuenta que nos pasamos 20km y yacanto asoma con sus primeros carteles de bienvenida. el recuerdo ácido de dylan en cada cartel de curva peligrosa no es suficiente aviso. o tal vez sí pero elegimos no escucharlo, no prestarle atención.
estábamos tan bien, tan rolling stones.
somos un párrafo de kerouac, con un montón de nada por delante. al lado de la ruta veo una construcción abandonada y me recuerda a algo, me trasmite curiosidad. me contaron después que había ido de más chico, cuando íbamos a la casa de los scofano. me acuerdo de la excursión. 7 años, mariposa tecknicolor sonaba en las radios y unas linternas que nos llevaron hasta el hotel abandonado. no había nada, excepto miedo y fascinación. un par de sillas rotas, un pozo gigante y lombrices brillando en la oscuridad fueron toda la aventura, pero para lisi y para mí era suficiente.
leemos bienvenidos a yacanto en tamaño gigante y no tenemos excusa para seguir. frenamos y miramos el mapa. eran 10km al norte. nosotros habíamos hecho 20 al oeste. la responsabilidad recae en el copiloto que soy yo. hay que volver. pero nadie se queja, nadie se pone mal. sami está dormida contra el negro en el asiento de atrás. sé que por adentro están tarareando cada nota de cada tema del disco y van a seguir haciendoló. una familia unida por la música, enredados en pentagramas y lillos ombú.
volvemos por el mismo camino pero en el sentido opuesto. las mismas curvas, recorridas de nuevo, manoseadas de ida y de vuelta y sigue siendo un placer. el éxtasis se vuelve más sereno y el contacto con el calzoncillo apenas húmedo me recuerda al río helado del mediodía. un fluir puro y laminar que nos envolvía después de caer del eugi pela a 4m de altura y un montón de vértigo. los músculos tensos hasta el golpe contra la superficie y después un montón de burbujas, la emoción y el grito contenido que se escapa desde el fondo. el sonido a agua fría y a piedras frotadas. el sol se animó a ser un poco más que tibio y mi espalda roja es prueba suficiente.
las noches nos reciben con frío y hambre. las pizzas caseras se convierten en un montón de pedazos arrancados del resto de la masa por manos voraces. comemos como caníbales al terminar una huelga de hambre. la comida se atraganta con las risas y a nadie le importa que haya 10 personas mirandonós. todos usamos el mismo perfume con olor a humo.