a veces siento que a la gente que le gusto no me mira a los ojos. no se animan. sin orgullo, sin humildad. escucho las palabras de tu amiga que no conozco y apenas si se le cae tu nombre de entre algunas morisquetas y diálogos de un juego que ya conozco bien.
qué tal tu mar? qué tal tu pelo? quiero escucharte, contame que está revuelto y planchado a la vez. quiero escucharte, pero el recuerdo de tu voz se va distorsionando y la habitación se va llenando de polvo.
no sé con qué frase terminar. tal vez sería mejor si.
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