y todo arranca por cualquier pavada, como los veinte centavos por los que ya ni te preguntan si te pueden dar caramelos aunque los caramelos que te dan valgan mucho menos de los veinte centavos que no te dan, pero al menos te preguntaban y uno dice que sí porque en general está apurado y no es cuestión, vió, pero otras veces dice que no, que le parece que al menos le deberían dar más caramelos que los dos caramelos que no valen los 20 centavos que no te están dando y se planta y por un ratito la adrenalina le bombea al ritmo del sentimiento de ciudadano heróico y uno sale del telecentro o del minimarket con una sensación de orgullo idiota y la necesidad urgente de otro lugar donde vendan tarjeta en esta condenada ciudad. porque uno tiene que llegar a tiempo a dar clases aunque sea feriado y también pueden dejarnos plantados aunque sea un feriado, y uno acá sin tener más nada que hacer que dejarse atormentar por el hecho de unos veinte centavos que no te devolvieron, un alumnito que te dejó clavado en un feriado y todo está a punto de explotar de rabia de bronca y la sociedad así no puede continuar.
igual, ella no te mandó el mensaje.