martes, 19 de octubre de 2010

de cómo derretir un sábado desde un taxi

sos tanta noche que no puedo seguirte el ritmo.

paso y los veo comiendo, tomando vino, hablando de cosas que tal vez me importen, pero no me importa. voy con mi jueves en el bolsillo y los miro a través de un vidrio, pero es mucho más lo que nos separa. gente impermeable. no se mojan ni miran mis sonrisas. no me entienden cuando les digo que no hay nada en la carta que calme mi hambre. sigo caminando y el frío me abrocha el último botón de la campera. el aerosol hace ruido desde el bolso con cada paso que doy. las paredes empiezan a latir, me conocen ya, estoy esperándote... en pleno mendoza y callao. me están esperando con la boca la piel y hasta las piernas abiertas. yo no pretendo nada, ni les voy a cobrar la sonrisa que les regalo. no les voy a pedir una moneda ni la hora ni tengo estampitas ni búhos ni perfumes. pero me gusta sonreir y quemarme hasta con desamor.
voy en mi bici, mirando el cielo cubierto de luces y noche y todo es tan predeciblemente perfecto como estas palabras. la noche se excita con resacas atrasadas y puro insomnio. pero yo no me dejo desvestir y no quiero regalos ni gestos más que tus orgasmos. lo pienso despacio y llego a la conclusión de que con dos o tres o mil me alcanza. tal vez tenga que robartelós, pero creo que es lo que querés.

1 comentario:

Anónimo dijo...

http://apenasfelices.blogspot.com '